sábado, 19 de febrero de 2011

guillermo tell

Guillermo Tell,
tu hijo creció y
quiere tirar la flecha.
Le toca a él
probar tu valor
usando tu ballesta.
-No te levantes-
Dijo el muchacho
-Tómate ésto-
y le echa café en un vaso.
El padre se prepara
y se bebe su café,
-me derrotaron, hijo-,dijo,
-Me derrotaron de verdad-,
y asume ahora su prueba,
enfrentado a la realidad.

Aprender

De Mego aprendí a no darle importancia
al estado de degradación
y seguir con lo que hay
y cuando tenga que ser que sea,
aceptar como estamos
y continuar hasta que paremos del todo.

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Lo que los ojos no ven,
lo que a nosotros nos hiere,
lo que a todos nos alegra,
lo que a algunos nos sugiere.
Aquellas cosas extrañas,
que sin que sean, suceden,
en la mirada de un perro
vemos lo que acontece.
Figuras dadas por muertas
que cobran vida aparente,
y las que se tienen por vivas
son, sino inertes, durmientes.
Disfrutamos los momentos,
teniendo abierta la mente,
si mantenemos prejuicios
la ilusión se desvanece;
igual que la nieve en el monte
cuando el sol, amigo cruel,
la funde en agua de fuente.
para aprender humildad,
hace falta ver de frente.

A veces

A veces me siento como un perro al que se le lanza un cariño para que se entretenga
y no gruña,
y no ladre,
y no enrede.